Entrevistas

Juan Antonio Rodríguez: La educación en España no está funcionando

Fuente: El Mundo
El director del CEIP Ramón y Cajal explica los métodos de innovación de su colegio.
El director del CEIP Ramón y Cajal explica los métodos de innovación de su colegio.

Aprender matemáticas con Lego, Ciencias Naturales cultivando un huerto y con una zona para aves habilitada en la biblioteca, o Ciencias Sociales a través de las experiencias de los abuelos son algunos ejemplos de la las innovaciones docentes llevadas a cabo por el CEIP Ramón y Cajal, del pueblo de Alpartir (Zaragoza), y dirigido por Juan Antonio Rodríguez. Con sólo siete años de vida, esta escuela de Infantil y Primaria, de sólo 35 alumnos y cinco profesores, se ha convertido en un referente internacional. El Gobierno de Aragón la eligió a principio de curso para presentar su estrategia de innovación educativa y hoy es uno de los tres centros españoles que forman parte de la red de Escuelas Changemaker de Ashoka, una fundación filantrópica nacida en EEUU que recorre el mundo en busca de los mejores colegios.

Juan Antonio Rodríguez participó en el I concurso Maestros 4.0, organizado por el Área de Educación de la Facultad de Comunicación y Ciencias Sociales de la Universidad San Jorge. En esta entrevista, Rodríguez explica cómo su centro lleva a cabo esas estrategias docentes, en las que las familias de los estudiantes tienen un papel decisivo.

Por Víctor Tomás

¿Cómo podría definir la forma de educar que realizan en su colegio?

No somos un colegio tan único, hay muchos otros trabajando en nuestra misma línea. El problema es que no se pone en valor lo que se hace. Por diversas circunstancias, nosotros somos la referencia, sobre todo por la participación de las familias y la comunidad educativa. Nos basamos en un informe de la Unión Europea, que dictamina dos elementos comunes en las escuelas de éxito: la participación de las familias y formar grupos heterogéneos.

Ustedes son una Escuela Changemaker. ¿Cómo surgió la posibilidad de entrar en esa red?

La Fundación Ashoka cuenta con un amplio panel de colaboradores de distintos ámbitos (universidades, profesores, medios de comunicación, etc.) que les dan información acerca de centros que funcionan. La fundación tuvo referencias de nuestro colegio y se puso en contacto con nosotros para visitar la escuela. Allí les enseñamos lo que hacíamos, hablaron con los alumnos y sus familias, y con el Ayuntamiento. Grabaron el encuentro para mostrarlo en un panel internacional para decidir si entrábamos, algo que finalmente ocurrió.

Si tomamos el ejemplo de las escuelas nórdicas, allí se hace todo lo contrario: son menos conceptuales y más procedimentales.

¿Le condiciona en algún aspecto al centro formar parte de la fundación?

No. Únicamente ponen el foco en las escuelas, para demostrar a la gente que es posible un cambio. Económicamente no nos aporta nada, pero tenemos un respaldo internacional.

El colegio cuenta con 35 alumnos y cinco profesores ¿Es más fácil llevar a cabo este tipo de educación en grupos reducidos como este o también se puede aplicar en grandes grupos?

No tiene por qué. Por ejemplo, el colegio Amara Berri (San Sebastián), que también forma parte de la Fundación Ashoka, tiene 1.300 alumnos y trabajan en la misma línea que nosotros, e incluso hacen más cosas. A ellos les dicen que con sus recursos es normal que puedan hacerlo, pero como ejemplo de lo contrario estamos nosotros. La idea es que no haya excusas para cambiar.

Tengo entendido que este cambio surgió a raíz de una renovación en el profesorado.

En las zonas rurales, cada año suelen cambiar un 60 % las plantillas docentes, y de ese modo es imposible dar continuidad a los proyectos. Hace nueve años, de cinco profesores se fueron cuatro, llegamos otros tantos y se alinearon los astros. Con nuestras mochilas cargadas de experiencia vitales y profesionales pusimos en marcha muchos de los proyectos que hoy desarrollamos, dándoles continuidad gracias al 40 % de los que todavía permanecemos.

Juan Antonio Rodríguez en la Universidad San Jorge
Juan Antonio Rodríguez durante su intervención como ponente principal del I concurso Maestros 4.0 organizado por la USJ.

l I concurso Maestros 4.0,

¿Han notado una mejora en el rendimiento de un modelo a otro?

En cuanto a contenido, nuestra referencia es el instituto de La Almunia, donde van todos los pueblos de la comarca. En las pruebas iniciales que realizan, el alumnado de Alpartir va como la media de la comarca, ni mejor ni peor. En cuanto a las habilidades sociales, trabajo en equipo, convivencia o utilización de las tecnologías de la información y la comunicación  (TIC), si nos dicen que nuestros alumnos están aventajados con respecto al resto.

Ha hablado anteriormente de las familias, ¿cómo se tomaron los padres este cambio de modelo?

El primer año fue horroroso, porque el modelo de las familias de escuela es el que ellos recibieron, y lo que se salga de ello chirría. Algunas madres, especialmente en el alumnado de sexto de Primaria, venían a protestar. Por ejemplo, nos decían que sus sobrinos iban por el tema 8 en Zaragoza, y que nosotros no habíamos tocado el libro. Nuestro reto y obligación era explicar bien a las familias lo que hacíamos en la escuela. Y lo seguimos haciendo, no podemos vivir de las rentas.

¿Han notado una mayor repercusión dentro de la Comunidad Autónoma y a nivel nacional o internacional por lo que hacen?

Claro. Han venido también medios de comunicación como la TF1 (cadena de televisión francesa), hemos salido en el periódico El Mundo, y en otros medios autonómicos. Esto nos repercute a nosotros en que haya gente interesada en venir a vivir a Alpartir para llevar a sus hijos a nuestra escuela y para que las familias valoren lo que hacemos.

También se pone de manifiesto que hay una forma más práctica de educar, y no tan teórica como es habitual en la mayoría de colegios de España…

Sí. Lo que tenemos en España no está funcionando. Si tomamos el ejemplo de las escuelas nórdicas, allí se hace todo lo contrario: son menos conceptuales y más procedimentales. Tienen en cuenta las emociones y las habilidades sociales. Nosotros tratamos de hacerlo de ese modo, pero sin afectar el contenido.

En España vamos con 30 años de retraso con respecto a Europa, pero el cambio educativo llegará.

¿Qué futuro le ve a que este modelo de educación se vaya implantando en otros colegios a nivel nacional?

La tendencia es que cada vez se va haciendo más, pero en la educación los cambios son muy lentos. Los proyectos necesitan tiempo, y no puede ser que cada cuatro años se cambie la ley educativa. Todo lo que hacemos está avalado por la comunidad internacional y habría que dar autonomía a los centros para implantarlo. Vamos con 30 años de retraso con respecto a Europa, pero el cambio llegará.

Hablando de la situación educativa a nivel nacional, hace unas semanas el Congreso aprobó la derogación de la Ley LOMCE y la suspensión de las reválidas. También parece que en esta legislatura se quiere aprobar un gran pacto por la educación. ¿Cómo ve la situación en estos momentos?

Lo veo con incertidumbre al no haber un consenso. En las aulas, sin embargo, al profesor no le afecta, porque el que trabaja bien lo lleva haciendo 30 años, pese a todos los cambios, al igual que ocurre a la inversa. Sería necesario que hubiera un marco general legislativo y se consensúen asuntos como un pacto económico en educación para que, gobierne quien gobierne, no varíe la cantidad y tener recursos para trabajar. Pero en el día a día, esto no afecta mucho al docente.

Universidad San Jorge